Recuerdos de mi infancia

Tengo muy pocos recuerdos alegres con mi papá, y de esos pocos (que no deben ser más de dos) y, sumado a que son pocos, bastante me cueste traerlos al presente.
Hoy, sin embargo, sin ni siquiera quererlo me vino a la cabeza uno de esos recuerdos (era obvio, no? Sino porque la introducción toda melodramática...?). Iba caminando en un paseo que emprendí (por estar aburrida a más no poder) y vi a una mujer con (esta si que no se la esperan) botas de goma (sí, sí, de esas que se usan en el campo para no ambarrarse, bueno pero en plena Capital Federal). Se imaginarán que hace años que no veía esas cosas (y jamás las había visto e nuna mujer de 40 años...), y de golpe me acordé! Eran iguales (no tengamos el cuenta el talle) que unas botas que había usado yo hace muchos (muchísimos) años, un día tan feo como hoy, cuando estaba de viaje con mi familia.
Resulta que habíamos alquilado una casa vieja y horrenda y enorme (quizás era de 2 metros cuadrados, pero no importa, mi memoria la recuerda como enorme). Era una de esas casas que cuando llueve y hay truenos te asustan más que en cualquier otro lugar (sumado a que era casa ajena, ni siquiera tenía una cama amiga que me protejiera!). Y resulta que un buen día llovio (obvio!) y a mi me encantaba de chiquita ir a saltar por los charquitos de agua, y empaparme en agua y barro (hoy en día sólo me contento con empaparme con el agua) así que mi papá me puso esas botas de goma gruesas (azules con una linea muy finitia cerca de la suela amarillita). Me acuerdo de lo feliz que estaba ahí, con mi mugre y mi angina incubada.

Buen, che, no era un gran momento, pero es lo que hay, vio? Mi infancia no fue justamente alegre!